domingo, 19 de junio de 2022

Wilfredo Cacho Ordóñez, una leyenda de los medios y el folklor



Eran las diez de la noche y Wilfredo Cacho Ordóñez caminaba por una oscura calle Murillo. Fue hace mucho, mucho tiempo, poco más de 30 años. A lo lejos dos sombras se movían sigilosas.

“Pasé de una acera a la otra de izquierda a derecha, ellos cruzaban igual. Estábamos cerca y sin decir nada me atacaron”, explica Ordóñez. Recuerda que sintió golpes en el cuerpo y un pinchazo en el estómago. Llegó un coche e iluminó la oscura calle, los asaltantes no se llevaron dinero ni nada del hombre al cual atacaron. Él sumó todas sus fuerzas, siguió caminando y llegó herido a Radio Metropolitana.

Cuando Carlos Palenque Avilés, dueño del medio periodístico, vio herido a su locutor estrella lo llevó a sanar sus heridas y desde entonces ordenó que nunca más El Telepolicial sea emitido en vivo y directo. “Era muy peligroso hacer crónica roja”, comenta el hombre en la cabina de Radio Metropolitana.

En El Telepolicial de Canal 4 se emitían programas en los cuales se denunciaba a los delincuentes y su forma de actuar, hasta se daba señales físicas de ellos y los presentaban con sus apodos y modus operandi. “Mis atacantes escaparon, no había cámaras de seguridad ni nada de eso y todo quedó así... Esas veces no teníamos miedo”, reflexiona Cacho.

El Telepolicial fue el primer programa de crónica roja en el país, hijo natural de El Metropolicial, también creación de Ordóñez. Se transmitía a las 22:30 cuando se suponía que niñas y niños estaban dormidos. En sus comienzos despertó bastantes críticas porque nunca antes se habían mostrado escenas similares en la televisión nacional. Pero la forma de evitar la censura fue justamente ésa, difundirlo en un horario no apto para menores de edad.

“Hemos sido los iniciadores en la crónica roja y recibimos muchas críticas, incluso de la misma gente de prensa. Pensar que ahora a diario en el mediodía ya se ve en los noticieros información sobre muertes, accidentes y similares”, indica el hombre que estudió derecho en la UMSA y desde muy joven se incorporó a los medios de comunicación.

Comenzó en Radio Nacional de Bolivia y trabajaba junto con Pedro Flores, un locutor que leía su programa en aymara y a quien le decían El Pankara. Luego estuvo en Radio Illimani, Radio Aspiazu, Emisoras Unidas y Radio Méndez (la cual ya no existe). Ese tiempo había un concurso en Radio Nueva América para reclutar a un locutor y entre los requisitos éste debía tener buena voz, dicción correcta, saber ordenar las noticias y cumplir cinco años de experiencia. Ordóñez tenía todos los requerimientos, menos los años de trabajo. Se presentó y ganó el requerido puesto.

De allí Carlos Palenque lo reclutó para Metropolitana, la Voz del Pueblo, por entonces corría el turbulento año de 1983. Casi de inmediato se hicieron amigos, el Compadre Palenque le agarró cariño y escuchaba sus propuestas.

“Había viajado a Lima cuando estaba en derecho, allí conocí un periódico que era Ojo y era exclusivamente de crónica roja. Todas las notas eran así y eso le conté al Compadre; él me preguntó ‘¿por qué no haces algo más o menos así? y nació El Metropolicial”, cuenta el hombre que es ceremonial ante el micrófono y a quien le gusta lucir saco y corbata.

Luego fue el turno de El Telepolicial y su “cámara patrullera” comenzó a narrar los hechos de seguridad en el país y particularmente en La Paz y El Alto. Pero no sólo eso, también se colectaban noticias distintas de la sociedad; por ejemplo, mujeres de pollera jugando fútbol mixto y otras escenas similares.

En 1984 se fundó Radio Televisión Popular (RTP) y algunos programas de la radio migraron a la televisión. Pero en 1988 todo el sistema de comunicaciones de Palenque fue vetado debido a una entrevista de Carlos Palenque al narcotraficante Roberto Suárez Gómez, en la cual se involucró al mandatario Víctor Paz Estenssoro. Para el Gobierno de turno hubo “apología del delito”.

“Fue un momento amargo cuando clausuraron la emisora y el canal, pero el pueblo se levantó y hubo una gran manifestación en la plaza San Francisco. Nosotros, los trabajadores, ingresamos a una huelga de hambre más o menos durante dos semanas. En las calles la gente apoyaba la reapertura de los medios y entonces surgió un partido político que se llamaba Conciencia de Patria (Condepa) cuyo líder era naturalmente el compadre Palenque”, rememora Cacho, a quien en los pasillos de la Metropolitana le dicen Cachito.

Con el tiempo algunas cosas cambiaron y a él le entra un poco de nostalgia. Recuerda que un día él se animó a denunciar a policías corruptos.

“Luego, en la calle tres personas me metieron a un coche y me dijeron que un coronel me estaba mandando a llamar. No me dijeron quién, era de día y me llevaron sin decir palabra alguna hasta la avenida 6 de Agosto donde vivía el tal coronel. Grande fue mi sorpresa que ese coronel me felicitó por haber denunciado a esos policías corruptos, hasta me obsequió y el mismo coche me llevó a mi domicilio”.

Con luces multicolores

“Mi otra actividad está relacionada con el folklore. Yo también soy folklorista, tuve la suerte de que me aceptaran en la animación de las bandas y actualmente sigo en esa actividad”, refiere el hombre que lleva ya medio siglo amenizando las fiestas populares.

Sus primeras presentaciones fueron con Bolivia Andina, que era un conjunto dirigido por Luis Calderón López, a fines de 1969. Con su voz modulada llegó a países de América y Europa.

Uno de sus recuerdos más gratos está relacionado con la banda Marisma Mundial; le pidieron que grabara un mensaje sencillo y común... pero Ordóñez se aventuró con una frase así: “Entre luces multicolores, ¡aquí se unen los sonidos para escuchar a la banda Marisma Mundial!”.

A los dos días, ya tenía otras propuestas con disqueras populares. “Me llamaron de las disqueras Imperial, Cóndor y así fue creciendo la animación de las bandas”, explica el paceño nacido en la zona de Chijini y que a la hora de bailar prefiere la morenada o la kullawada.

Dice que no tiene grandes riquezas económicas; pero sí un patrimonio invaluable: el cariño de la gente. “Cuando la gente me reconoce, por ejemplo al trasladarme a mi hogar en el colectivo, me dicen los choferes ‘pasa nomás, don Cacho’ y no me cobran. En la última entrada del Gran Poder he bailado con mi esposa en Los Rebeldes del Gran Poder; me saludaban y me decían ‘adelante, don Cacho’. Ese cariño es impagable”, explica con orgullo el padrino de al menos 50 ahijados.

El primer programa especializado en crónica roja en el país fue el Telepolicial (en Radio Televisión Popular), el cual ya tenía su antecedente en el Metropolicial (en Radio Metropolitana), ambos conducidos por Wilfredo Cacho Ordóñez.

Él se convirtió durante un tiempo en una figura mediática. Además tenía, y tiene, el carisma para atraer a un público mayoritario. Por ejemplo, el 9 de septiembre de 1986 participó en el popular programa Sábados Populares en el concurso Adivine quién es el personaje.

Sin embargo, el tratamiento informativo de la crónica roja no fue su invento. Antes de él, en Bolivia se publicaban las revistas Alarma y Sucesos, las dos tenían su mercado principal en La Paz. Crímenes, atracos y semblanzas de delincuentes estaban descritos en estas páginas. Ninguno de estos medios continúa vigente en la actualidad.

Ya a mediados de los años 80, el periódico La Quinta también hizo su aparición en el escenario paceño. Este medio formaba parte del desaparecido matutino Última Hora. Tiempo después llegó el momento de los periódicos Gente y Extra, el primero ya desapareció.

En la actualidad las escenas de crónica roja no son una exclusividad de El Telepolicial, diferentes canales de televisión siguen sus pasos.

Además de narrar un hecho sangriento colocan música de fondo para hacer aún más sensacional la historia... ésta es una receta que Cacho Ordoñez ya usaba décadas atrás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario